Para 2025, el sector energético global y español afronta retos sin precedentes que demandan innovación, resiliencia y cooperación.

Las tensiones geopolíticas, la recuperación tras la pandemia y una transición acelerada marcan un paisaje complejo, donde cada decisión influye en millones de vidas.

Demanda y consumo en auge

Tras la pandemia y el conflicto en Ucrania, se prevé un repunte de consumo tras la pandemia y un incremento notable del uso de combustibles fósiles.

En España, la creciente demanda eléctrica en España se proyecta en 2,5% más que en 2024, impulsada por la electrificación del transporte y jornadas de climatización extremas.

Subida de precios y costes energéticos

Los precios de la electricidad aumentan de forma sostenida, con un alza mínima del 5% respecto al año anterior y previsiones de hasta un 40% en factura doméstica.

Los costes fijos del sistema eléctrico suben un 39%, revirtiendo reducciones previas y afectando a toda la población sin distinción de consumo.

• Incremento del coste del gas natural como principal impulsor de la tarifa eléctrica.
• Cambios impositivos y recuperación del IVA original.
• Incidencia de la cadena de suministro y presiones geopolíticas.
• Compensaciones para evitar apagones que encarecen el recibo.

El impacto en el bolsillo de los hogares puede oscilar entre 118 y 160 euros anuales, agravando la vulnerabilidad de las familias con menos recursos.

Tensiones y riesgos en el suministro

El apagón de abril de 2025 en España reveló la fragilidad del sistema, con pérdidas directas superiores a 1.000 millones de euros.

El coste de los servicios de estabilidad de red se triplicó, pasando de 13 €/MWh a más de 35 €/MWh, y el impacto indirecto rozó los 20.000 millones de euros.

Transición y energías renovables

Se estima que el 90% del nuevo consumo eléctrico mundial provenga de rentables fuentes renovables, principalmente solar y eólica.

La reducción de costes tecnológicos en el sector favorece su expansión, aunque la dependencia de minerales estratégicos introduce incertidumbre.

Descarbonización y electrificación

La descarbonización sigue siendo una prioridad, pero su ritmo choca contra los límites de la infraestructura y los vaivenes económicos.

Sectores como transporte y climatización avanzan en electrificación, mientras el hidrógeno emerge como vector con alto potencial, pero aún no viable económicamente sin mayores inversiones.

Impacto social y desigualdades

Las brechas en acceso energético se profundizan durante crisis, pues grandes empresas disponen de generadores, mientras pequeñas comunidades quedan expuestas.

• Hogares de bajos ingresos con menor capacidad de adaptación.
• Pequeñas empresas que no pueden absorber subidas de tarifa.
• Comunidades vulnerables sin alternativas de abastecimiento.

Infraestructura y almacenamiento

La modernización de redes y el desarrollo de sistemas de almacenamiento son esenciales para integrar renovables y garantizar suministro estable.

Las infraestructuras inteligentes y sistemas de gestión se posicionan como una estrategia clave para optimizar recursos.

Factores geopolíticos y económicos

Los conflictos globales y la dependencia de importaciones de gas y petróleo son riesgos que influyen directamente en los precios y disponibilidad de energía.

Europa intensifica esfuerzos diplomáticos y legales para diversificar proveedores y reforzar su autonomía energética.

Innovación y digitalización

La inteligencia artificial y la automatización transforman la gestión de redes, permitiendo predicciones de demanda más precisas y mayor eficiencia.

La digitalización abre la puerta a modelos de consumo colaborativo y al despliegue de microrredes comunitarias.

Caminos hacia un futuro energético sostenible

Frente a estos desafíos, existen vías de acción y colaboración que pueden marcar la diferencia:

• Impulsar la eficiencia energética en edificios y procesos industriales.
• Fomentar la autosuficiencia mediante autoconsumo y almacenamiento doméstico.
• Promover políticas públicas que incentiven la inversión en renovables.
• Fortalecer la cooperación internacional para asegurar materias primas estratégicas.
• Integrar soluciones digitales y basadas en IA para optimizar redes.

La confluencia de tecnología, regulación y conciencia ciudadana será determinante. Solo a través de un enfoque integral y colaborativo podremos superar los retos energéticos y construir un modelo más justo, eficiente y resiliente.